Probablemente, el amor verdadero es uno en toda la vida, madre también no hay más que una, los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano, la familia lo mismo. Probablemente, en la vida, no logremos dedicarnos a más de cinco actividades profesionales (puede que cambiemos de empresa o de tipo de trabajo pero las funciones serán siempre similares) y las vocaciones o cosas que realmente nos gustan son muy escasas. Se trata de personas, ideas, conceptos y realidades escasas y, por ello mismo, muy valiosas. Nos proporcionan la felicidad y hay que lucharlas mucho.
Todo ello es cierto pero oportunidades tenemos miles todos los días para conseguirlas, trenes que pasan a diario, cercanías, de mercancías, de alta velocidad... Tenemos mil y un caminos para encontrar la felicidad, infinitas recetas por las que optar para ser felices. Cada día es una inmensa estación de trenes de las que parten innumerables oportunidades. El tren no solo pasa una vez en la vida y además, en ocasiones, aquello que puede no parecer una oportunidad se convierte con nuestra capacidad en un expreso hacia la felicidad. Nada es irreversible, basta con optar por una de las muchas oportunidades, apostar por ella, exprimir la posibilidad y a coger nuevos trenes. Trenes que, os repito, pasan todos los dias.
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